Una zona urbana nunca puede ser un verdadero "bosque" en el sentido estricto del término, pero tampoco debe tener un carácter anémico o decorativo. Debe ser una extensión de la cubierta forestal integrada en la ciudad, que refuerce la red verde intraurbana.
Este proyecto ilustra la posibilidad de insistir en un cierto grado de desurbanización o, dicho de otro modo, de reverdecimiento urbano que ofrezca un modelo alternativo a la ciudad continua del siglo XX. Ya no es posible vivir sin naturaleza, sin energía o, simplemente, sin la atmósfera especial de un barrio, la atmósfera especial que hace que la vida sea agradable. El siglo XXI aporta nuevos y apasionantes matices a la vida en comunidad. La arquitectura y el urbanismo, en su fase más avanzada, deben contribuir a este espíritu, ofreciendo una forma de vida urbana distinta de la que ofrece la urbanización más comercial.
Este distrito es ante todo una oportunidad para inyectar en la ciudad una fusión de usos urbanos modernos y tradicionales. Al aprovechar estas oportunidades, no se pierde nada y se gana mucho. No es sólo un barrio verde, sino fundamentalmente un lugar definido por el concepto de sociabilidad. Es un espacio donde se fomentan las relaciones y los encuentros comunitarios, apuntalando un desarrollo socialmente sostenible. Un barrio con sentido de la identidad, volcado hacia el interior, pero complementario del conjunto de la ciudad existente, que mantiene las conexiones adecuadas y favorece fundamentalmente los intercambios y usos locales. Es un barrio de un cuarto de hora.
Es también un barrio respetuoso con todos los parámetros medioambientales y, para ello, apuesta por la circularidad de sus ciclos materiales: en los recursos naturales, en la gestión del agua y en la conciencia de la energía como un bien a conservar. Las viviendas de este barrio evitan la monotonía urbana al estar en contacto directo con el bosque: muchas de ellas cuentan con espacios habitables que se abren a la naturaleza en edificios luminosos y ventilados, integrados en un entorno predominantemente verde, formando parte de un conjunto admirablemente coherente.
Un espacio urbano diversificado a escala humana: El barrio está conectado a la ciudad por la Route d'Arlon, con una morfología urbana que lo integra fácilmente en el tejido continuo existente. Se trata, pues, de una propuesta mixta, que opera a escalas muy diversas para resolver problemas diferentes.
La Route d'Arlon puede transformarse en un bulevar urbano, un espacio lento y acogedor plantado de árboles, donde podrá encontrarse con sus vecinos mientras pasea por las tiendas. Un bulevar en el corazón de un doble espacio vital, a la vez abierto y cerrado, en el inicio de un viaje hacia el bosque urbano.
Un doble espacio, enraizado en la historia del lugar y de los edificios que allí se conservan, alimentado por la juventud. El bosque urbano se extiende por el interior del barrio y está atravesado por una red de claros, espacios que recogen y almacenan el agua de lluvia, al tiempo que ofrecen a los paseantes una vista sin obstáculos de la campiña circundante.
Parte de las gradas del estadio Josy Barthel y del hipódromo se han conservado como homenaje al lugar, pero también como marcadores de la renovación identitaria del barrio, fomentando nuevas formas de vivir en un barrio a la vez tranquilo y animado, que favorece los paseos y la vida en común, donde todo está cerca y marcado por una intensa diversidad ecológica.
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